URUGUAY – En medio de la turbulencia política que sacude a varios países de América Latina, Uruguay emerge como un faro de estabilidad democrática, según el índice de calidad democrática de ‘The Economist’. Este informe destaca la solidez del sistema de partidos del país, que actúa como un contrapeso efectivo contra el surgimiento de líderes populistas y tendencias autoritarias.
Nicolás Saldías, experto en Ciencias Políticas y miembro de la Unidad de Inteligencia de The Economist, atribuye la fortaleza de la democracia uruguaya a su arraigada cultura democrática, especialmente fortalecida tras la dictadura que azotó al país entre 1973 y 1985. Esta afirmación se sustenta en encuestas que revelan un alto compromiso de los uruguayos con el sistema democrático, superando a otras naciones de la región.
El puntaje máximo de 10 sobre 10 en “sistema electoral y pluralismo” sitúa a Uruguay como líder regional desde 2006. Además, destaca en “libertades civiles”, con 9,71 puntos, y en “funcionamiento del gobierno”, con 8,93. Sin embargo, la categoría de “cultura política” muestra un ligero descenso este año, alcanzando 6,88, debido en parte a la opinión de algunos uruguayos a favor de otorgar más poder político a expertos no afiliados a partidos. En cuanto a la “participación política”, obtiene 7,78 puntos, aunque el voto obligatorio se considera un aspecto negativo según los autores del informe.
La estabilidad democrática de Uruguay se fundamenta en un sistema político sólido y en la participación activa de la ciudadanía en los procesos electorales. A pesar de los desafíos actuales, el país sigue siendo un ejemplo de democracia en la región.
